Capítulo 4
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Cuando sonó el despertador, eran las 07.30a.m,
como había pensado. El despertador que tenemos Gina y yo tiene forma de vaca,
es muy gracioso, porque cuando suena hace como que come una hierba de plástico
que tiene debajo la boca.
Lo paré y desperté a Gina con un beso en la
mejílla. S despertó, nos vestímos, bajamos a almorzar y a las 08.00a.m ya
estábamos Arthur, Gina y yo camino del insti. Nuestro insti, queda a 20min de
casa, hoy íbamos con tiempo, ya que empezamos a las 08.00a.m. Para llegar al
insti tenemos que pasar por un parque grande y oscuro, al ser invierno.
Estábamos ya casi al llegar al final de
parque. Cuando de detrás de unos árboles salieron los dos chavales del otro
día.
-Natura, esos no son...-Intentó decir bajito
Arthur.
-Cállate y continúa caminando- le interrumpí-
tu también, Gina.
-Pero quienes son- pregunta Gina, sin hacer
caso de mi orden.
-Gina, calla, si no quieres que pase nada- le
advertí.
Me hicieron caso y continuamos los tres juntos,
callados, caminando.
-¿Anda, mira Javi, esa no es la de ayer?-
preguntó en voz alta, para que escucháramos a su compañero del flequillo.
-¿Pues si, que casualidad, no?Un día nos
encontramos la rata, y el otro la rata con su familia, que curioso, creía que
tendría que ir a buscarte yo mismo, al ver que te resistías para que no te
viéramos. ¿Verdad, Marcos?- dijo Javi.
Ahora yo sí que sabía sus nombres, Javi y
Marcos. Ívan a 4rt de la ESO, cosa que yo iba a 2n de la ESO. Los había visto
mucho antes de la pelea que tuvimos, los típicos "malotes" de turno,
que van asustando a los niños pequeños solo para quitarles la paga que les
habían dado minutos anteriores sus padres. Esos chicos eran hermanos, no de muy
buena casa, incluso peor que en el orfanato, vivían en la zona baja de la
ciudad, unos padres humildes, su padre obrero en la nueva obra del Ayuntamiento
de la ciudad, y su madre no trabajaba, pero cuidaba de la casa cómo podía para
tenerla un poco ordenada y limpia por si venía visita. Javi y Marcos eran
mellizos, sacaban malas notas, como era de esperar, y mal vestidos y
malolientes.
-Bueno tíos, ya vale, si eso ya me decis algo
luego, pero tenemos prisa- dije.
-Mira niñata, a mi no me vengas con inventos.
Amí si me la hacen, me la pagan¿Capish?- a continuación le dio un
golpecito con el hombre a su hermano Javi. Para que actuará.
-No pasa nada... Em... ¿como te llamas?-
preguntó Marcos, mientras sacaba algo de chaqueta.
-No te importa, imbécil- contesté.
-Así que rebelde eh... Pues acaba ya con la
faena, Marcos.
-No hay problema, hermano, peró...¿que hago
con los demás? Lo verán todo y se lo pueden contar a la poli.
-Natura... que hacemos- me preguntó Arthur.
-Cuando diga, haced lo que os mande- dije mirándo a Arthur y Gina.
Asintieron sin problema.
-¡¡¡Mierda-pensé- que coño hago ahora!!! Tengo
a Arthur y a Gina en un apuro por mi culpa¡¡¡!!! Vale no pasa nada. Plan B,
correr.
-Mientras tanto los dos hermanos iban
hablando- No pasa nada, acaba con la gorda y el squich, y así no pasará
nada.- Javi se lo dijo a Marcos.
Marcos se estaba acercando a nosotros, con una
navaja, como la del otro día. ¡¡¡No sabía que hacer, y no quería que le pasa-se
nada ni a Arthur ni a Gina, y menos que lo mataran!!! Así que puse a prueba el
plan B, aunque a Gina no creo que le hiciese mucha gracia.
-Marcos estaba a diez pies de mí-¡¡¡CORRED!!!-
ordené a Arthur y Gina.
Fuimos lo más rápido posible, nunca creí que
correría así en mi vida, el corazón me iba a cien.
Fuimos directos a casa, por la calle
principal, el mercado y luego al quiosco donde tenemos un amigo. Rafael, es el
dueño de quiosco, lo conocemos desde hace unos años. Lo conocimos cuando
estábamos jugando frente su escaparate con la pelota, y sin querer le rompimos
el cristal. Con lo cual, nos regañó, y al ser pequeños no le podíamos pagar la
reparación, así que nos dijo que si íbamos cada tarde a ordenar las revistas,
durante 2 meses, nos pasaría por alto la deuda. Durante esos 2 meses fuimos
cogiendo confianza los 4 , y al final, nos acabó regalando cromos de Pokémon,
que en esa época era la moda de los niños. Hasta el día de hoy, que algunas
tardes vamos a comer algo con él a la cafetería de al lado.
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